El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal falleció este domingo en Managua a las 3:06 de la tarde, de este primero de marzo de 2020, a los 95 años; así lo informaron fuentes cercanas al escritor. La poeta Gioconda Belli confirmó la noticia a través de sus redes sociales, «Les escribo para avisarles que Ernesto Cardenal, nuestro gran poeta, acaba de morir a sus 95 años, después de una vida de entrega a la poesía y la lucha por la liberatd y la justicia».
Nacido en Granada (Nicaragua), el 20 de enero de 1925, Ernesto Cardenal es considerado uno de los poetas latinoamericanos más importantes de su generación.
Estudió literatura en Managua y México; más tarde continuó sus estudios en Nueva York. En 1965 fue ordenado sacerdote y se instaló en una isla del Archipiélago de Solentiname, donde fundó una comunidad cristiana. Ahí escribió el famoso libro El Evangelio de Solentiname. Cardenal pasaba sus vacaciones en esas islas, donde leía las obras completas de Rubén Darío, escribía o dirigía la misa de Semana Santa en la pequeña iglesia de la localidad.
Ernesto Cardenal estuvo comprometido con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), desde 1954 participó en las luchas contra el dictador Anastasio Somoza y fue nombrado ministro de Cultura el mismo día de la victoria de la Revolución Nicaragüense, 19 de julio de 1979, cargo que ocupó hasta 1987.
Su vinculación a proyectos revolucionarios de izquierda y su constante adhesión a la teología de la liberación, lo llevaron a ser rechazado por la Iglesia Católica y suspendido de sus funciones por el Papa Juan Pablo II; hecho que se hizo visible en una ocasión cuando lo amonestó públicamente en su visita Nicaragua en 1983.
La poesía de Cardenal está fuertemente ligada a la Revolución Sandinista, que en 1979 derrocó a la dictadura de Somoza. En poemas como Hora Cero o El Canto Nacional, el poeta destacó las proezas de Augusto Sandino y los guerrilleros sandinistas. Así mismo sus estudios sobre la teología de la liberación, influenciaron mucho en la obra del poeta, en la que destacaba su activismo y su visión cristiana del mundo. Esto se puede vislumbrar en los poemas Salmos, de 1964, y Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, de 1965.